La mejor defensa contra el COVID-19

La mejor defensa contra el COVID-19

Día con día seguimos manejando de la mejor manera posible ésta situación, ya sea quedándonos en nuestra casa de ser posible o tomar las precauciones de lavado de manos y uso de geles desinfectantes constantemente. Pero acaso ¿es ésta la mejor defensa contra el COVID-19? ¿cuánto más puede durar ésta situación?

Lamentablemente, el desarrollo de una vacuna accesible para la población no se encuentra dentro de un panorama cercano y dado que este virus en particular tiene una inmensa facilidad de propagación ha llevado a expertos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) a estimar que alrededor de dos tercios de la población mundial será infectado con el virus, otros más estiman que el porcentaje de infección llegará hasta 70 o 80 por ciento de la población mundial.

Si bien es cierto que las medidas antes mencionadas reducen la posibilidad de contagio, aún la posibilidad permanece. Ahora el hecho de estar contagiados no significa que presentaremos algún síntoma o padecimiento de gravedad. De hecho en la gran mayoría de los casos de infectados podrán presentar síntomas menores o incluso en alguno de ellos no se presentará alguna sintomatología. Sin embargo son focos de propagación del virus. Entonces, ¿Por qué algunas personas sufren consecuencias severas incluso llegar a casos de perder la vida por ésta enfermedad?

Cada uno de nosotros cuenta con un sistema de defensa contra agentes externos (patógenos invasores) dañinos a nuestro organismo y depende de la capacidad de éste sistema el impedir una propagación de estos. Éste sistema de defensa es nuestro sistema inmunológico y una parte de este funciona con una “memoria” de contraataques para eliminar cualquier amenaza. Esta memoria inicia desde que nos lo es traspasado mediante la leche materna, mientras que otra parte del sistema inmunológico funciona como una respuesta de defensa inmediata a nuevos patógenos nunca antes vistos.

La lucha entre los patógenos y el sistema inmunológico puede ser de corto plazo o de largo plazo incluso para algunos tipos de virus de forma permanente como es el caso de virus de VIH. Es sencillo, dentro de nuestro organismo se está llevando a cabo una batalla y como cualquier batalla los recursos son importantes. Si nuestro sistema de defensa se encuentra en buen estado es probable que podamos resistir los embates de los patógenos pero sí en cambio tenemos un sistema de defensa cansado y poco eficiente por el desgaste crónico de otros padecimientos es muy probable que los síntomas por el patógeno sea una enfermedad de mayor gravedad.

Afortunadamente, existen remedios utilizados desde tiempos prehispánicos con características medicinales que promueven y ayudan a fortalecer nuestras defensas. En la actualidad diversos estudios científicos avalan estas propiedades beneficiosas para nuestro sistema inmune y sin efectos secundarios. Algunas de las más estudiadas por los grandes beneficios que ofrecen son: El jengibre, la cúrcuma y la equinácea.

1.- Jengibre

Cuenta con propiedades expectorantes, antiinflamatorias y antibióticas que ayudan a combatir los resfriados, gripes y tos. Es rico en potasio, niacina, fósforo y vitamina C. Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico en contra de virus y bacterias que podrían atacar nuestro cuerpo y afectar a nuestra salud. Contribuye a la limpieza del sistema linfático el cual es parte principal del sistema inmunológico

2.- Equinácea

Ayuda a disminuir la fiebre y la mucosidad asociadas frecuentemente al resfriado al igual que a otras enfermedades del sistema respiratorio, Facilita y acelera el proceso de recuperación.

3.- Cúrcuma

Es un potente antiinflamatorio y antioxidante y mejora el metabolismo celular. Ayuda a aliviar problemas de artrosis. Reduce la inflamación de órganos como los provocados por enfermedad inflamatoria intestinal.

Kit para aumentar las defensas en contra de virus